sábado, 1 de enero de 2011

Brasil: 2010 marcó el fin de la "era Lula"


Alejandro Gómez (Prensa Latina *)

Brasilia, (PL) El 2010 marcó los últimos 12 meses de los ocho años de gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, tal vez el período más prominente de Brasil, tanto a nivel interno como regional e internacional.

Si en 2009 lo fundamental fue salir de la crisis económica internacional -desatada en septiembre de 2008, pero con efectos aún devastadores en algunas naciones ricas-, Brasil se empeñó en estos 12 meses no sólo en consolidar el crecimiento económico, sino en continuar el proceso de justicia social.

Al ya casi seguro 7,6 por ciento de incremento del Producto Interno Bruto (PIB), en 2010 Brasil mostrará además una generación superior a dos millones 500 mil nuevos empleos que, con los cerca de 12 millones creados en los siete años anteriores del gobierno Lula, llevan la tasa de desempleo próxima al cinco por ciento.

Pese a la devaluación del dólar frente al real, la balanza comercial brasileña reflejará este año un saldo positivo, mientras las reservas internacionales rondan los 300 mil millones de dólares, 10 veces más que lo encontrado en las arcas estatales en enero de 2003, cuando Lula asumió la presidencia en su primer mandato.

En infraestructura, actualmente en diversos estados del país se ejecutan obras que se inscriben entre las mayores de su tipo en el mundo, como las hidroeléctricas de Belo Monte, Jirau y Santo Antonio, y la transposición de las aguas del río San Francisco para llevar ese vital líquido a 12 millones de nordestinos.

También, los proyectos de las refinerías de Pernambuco, Río de Janeiro, Maranhao y Ceará, las carreteras que unirán los principales puntos de la geografía nacional, las ferrovías Norte-Sur, Transnordestina y Oeste-Este, y la propuesta de licitación del tren de alta velocidad que enlazará Río de Janeiro y Sao Paulo, las dos más importantes capitales estaduales de Brasil.

A ello se unen las inversiones multimillonarias en el sector petrolero, en particular para la explotación de los enormes yacimientos de hidrocarburos descubiertos frente a la costa atlántica a grandes profundidades en el mar, por debajo de la capa de sal, que aquí han dado en llamar pre-sal.

La importancia capital de esos yacimientos es que el gobierno los consideró estratégicos para su desarrollo, y los califica como el pasaporte para el futuro de Brasil. Mediante varias propuestas legales, decidió destinar una parte de sus utilidades al combate a la pobreza, y por la salud, la educación, la ciencia y la tecnología, la cultura y la defensa del medio ambiente.

Pero como dijera recientemente el presidente Lula, en una especie de resumen de su administración, al mismo tiempo que ejecuta grandes obras, el gobierno brasileño se encargó de cuidar de las personas y, según el mandatario, el país cuenta hoy con los mayores y más modernos programas mundiales de distribución de renta, seguridad alimentaria y asistencia social.

Entre ellos, Lula mencionó que Bolsa Familia beneficia a cerca de 13 millones de hogares pobres, subrayó que durante sus ocho años de mandato el salario mínimo tuvo un incremento real de 67 por ciento y la oferta de crédito se ubicó este año en 48 por ciento del PIB, un récord histórico.

Asimismo, en sus dos períodos al frente de Brasil (2003-2006 y 2007-2010), las inversiones en la agricultura familiar crecieron ocho veces, por lo cual se asentaron 600 mil familias, la mitad de todas las entregas de tierra realizadas hasta hoy en el país.

Con el programa Luz para todos se llevó energía eléctrica a dos millones 600 mil hogares, y con Mi Casa Mi Vida se construye un millón de viviendas para beneficiar a las familias de menores ingresos, refirió el mandatario.

Agregó que en la educación se triplicaron los recursos, elevando la calidad de la enseñanza en todos los niveles; se inauguraron 214 escuelas técnicas federales, más de lo que fue hecho en 100 años anteriores.

Surgieron 14 nuevas universidades y 126 extensiones de centros de altos estudios, que permitieron favorecer con becas a 750 mil jóvenes de baja renta.

Lula destacó que en su estancia al frente de los destinos de Brasil, 28 millones de habitantes salieron de la pobreza extrema y 36 millones ingresaron a la clase media, se liquidó la deuda con el Fondo Monetario Internacional y hoy esta nación suramericana es acreedora de ese organismo financiero mundial.

Ya en el plano internacional, Brasil consiguió este año afianzar su papel relevante entre las naciones emergentes, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y en el fortalecimiento de sus lazos a nivel regional, y con los países africanos, caribeños y del Oriente Medio.

Lo más destacado en ese aspecto fue la participación de Brasil con el fin de destrabar las negociaciones de la paz en el Oriente Medio y en especial la mediación para intentar solucionar, mediante el diálogo, las divergencias entre Occidente e Irán sobre el programa nuclear de Teherán.

Hace poco más de una semana, al abordar ese tema, Lula expresó su convencimiento de que "no habrá paz en el Oriente Medio mientras Estados Unidos sea el tutor de la paz. Es necesario involucrar otros agentes, otros países para poder negociar la paz en el Oriente Medio".

Apuntó que no es una cuestión de Estados Unidos, es un asunto que conlleva saber quién, dentro de la Autoridad Palestina, puede conversar; quién, dentro de Israel, puede conversar; si Siria va a ser oída, si Irán va a ser oído, si Brasil va a ser oído, si Rusia va a ser oída, es decir, es preciso distender la mesa de negociación.

"Fue sobre la base de esto que fuimos a Irán, porque creímos que era posible conducir a Irán a aceptar la idea de Brasil, de que queríamos para ellos lo mismo que queremos para nosotros: desarrollar la energía nuclear con fines pacíficos y no para armas nucleares".

Antes de viajar, recordó el mandatario brasileño, recibimos una carta del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en la cual ponía algunas condiciones para sentarse a negociar con Irán.

"El presidente (de Irán, Mahmud) Ahmadinejad aceptó exactamente los términos que llevamos, por eso firmó que estaba dispuesto a sentarse a la mesa con la Comisión de Ginebra. Pese a ello, los países del Consejo de Seguridad (de la Organización de las Naciones Unidas) decidieron sancionar a Irán", indicó Lula y se preguntó ¿Por qué?

La única explicación es que era necesario sancionar a Irán, porque Brasil y Turquía se metieron en un terreno que no era para un país considerado emergente. Era una cosa sólo de aquellos que estaban en el Consejo de Seguridad, respondió el presidente brasileño.

Y, subrayó: Lo que Ahmadinejad firmó es exactamente aquello que Obama puso en la carta dirigida a nosotros 10 días antes de viajar a Irán, condiciones que -sostuvo- aceptamos.

Tras rechazar las críticas de la prensa y de algunos columnistas que cuestionaron la mediación brasileña en ese tema, Lula aseguró: "Brasil no tiene que pedir licencia para hacer lo que considera que tiene que hacer".

Precisamente la participación del gobierno en esos asuntos hizo que Brasil lograra incrementar este año su prestigio a nivel internacional, e igualmente en el proceso de integración regional, como el Mercado Común del Sur y la Unión de Naciones Suramericanas.

Y si todos esos logros no bastaran, el presidente Lula añadió un éxito más al conseguir elegir como su sucesora en el cargo a su ahijada política, la hasta poco antes su ministra jefa de la Casa Civil, Dilma Rousseff, quien el 31 de octubre pasado se convirtió en la primera presidenta electa de Brasil.

Siendo la candidata del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), Rousseff se impuso en la segunda vuelta de los comicios generales, al obtener el 56,05 por ciento de los votos válidos de los electores brasileños, y el 1 de enero venidero recibirá de manos de Lula la banda presidencial. De esa forma acabará la "era Lula" en la historia brasileña.

(*) El autor es corresponsal de Prensa Latina en Brasil.
arb/ale

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