martes, 10 de abril de 2012

Brasil, una potencia emergente que se abre espacio en las Américas

Eduardo Davis

(EFE) .-De los países latinoamericanos que asisten a la cita de Cartagena, Brasil es el más activo en el escenario mundial y para muchos analistas ha alcanzado ya un rol de "líder regional" apoyado más en su actual poderío económico que en su peso político real, que está en plena construcción. 

Las bases de ese protagonismo, que incluyeron un acercamiento a una Hispanoamérica en la que antes Brasil poco se interesaba, fueron sentadas por el hoy expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, antecesor y mentor de la actual jefa de Estado, Dilma Rousseff, quien las ha mantenido intocables.

Si bien hay un contacto político más estrecho entre Brasil y la América Latina que habla español y el Caribe anglófono, la punta de lanza de esa penetración del gigante suramericano en la región es el "poderoso caballero don Dinero".

Desde hace más de ocho años, el Gobierno brasileño mantiene un fuerte proceso de fortalecimiento del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), una sólida institución que actualmente tiene una cartera de créditos volcada hacia América Latina de unos 20.000 millones de dólares.

Aunque los estatutos de ese banco de fomento estatal impiden la financiación directa a otros países, Brasil ha puesto al BNDES al servicio de América Latina a través de sus empresas, sobre todo del área de la construcción.

Así, gigantes como Odebrecht, Andrade Gutiérrez, Queiroz Galvao o la firma OAS construyen actualmente puentes, puertos, ferrocarriles, subterráneos, carreteras y otras decenas de obras de infraestructura en una veintena de países latinoamericanos, financiadas por ese banco estatal.

Según datos de esa institución, los créditos para las empresas brasileñas que operan en otros países de América Latina aumentaron un 1.082 por ciento en la primera década del siglo XXI y la tendencia al crecimiento se mantiene.

Ese esfuerzo económico, volcado sobre todo a la infraestructura de la integración, fue acompañado por una tenaz labor política, que llevó a Brasil a tejer diversas alianzas tanto a nivel suramericano como latinoamericano.

La primera iniciativa regional impulsada por Brasil fue la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), un mecanismo de contenido más político que otros anteriores como el Mercosur o la Comunidad Andina.
A ese primer paso le siguió otro mucho más ambicioso, como fue la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que muchos definen en forma oficiosa como una "OEA con Cuba y sin Estados Unidos ni Canadá".

Esa frase funciona también como antítesis en relación al proceso de las Cumbres de las Américas, impulsado por Estados Unidos y que excluyó a Cuba desde su propio inicio por la alegada falta de libertades democráticas en la isla.

En el marco de esos nuevos mecanismos regionales, Brasil también ha puesto en marcha diversas iniciativas, algunas todavía en ciernes pero con rumbo cierto, sobre todo en el ámbito de la Unasur.
Una está asociada al Consejo Suramericano de Defensa, creado por la Unasur a instancias de Brasil, y propone integrar las industrias bélicas regionales para equipar a las propias fuerzas armadas, pero también para buscar espacios en el mercado mundial.

El gasto militar en toda Suramérica, según fuentes del sector de defensa, alcanzó un techo de unos 50.000 millones de dólares en 2008, cuando aún así representó menos del 4 por ciento del monto gastado en armas en el mundo.

Sin embargo, Brasil tiene la convicción de que la integración de ese pequeño mercado latinoamericano, más la adquisición de nuevas tecnologías y una modernización de los métodos de producción pueden abrir nuevos horizontes de negocios, sobre todo en África.

Analistas del sector de defensa consultados por Efe sostienen que esa estrategia está muy clara en unos acuerdos que Brasil firmó con Francia en 2009 para la adquisición de cinco submarinos y cincuenta helicópteros.

Esos acuerdos implican transferencia de tecnología y además darán lugar a una sociedad para la fabricación de esos equipamientos, que tendrá reservados los mercados de América Latina y África una vez que se haya cumplido con los primeros encargos de Brasil.

Al menos en el caso de América Latina, ningún analista duda de que, así como ocurre en lo político con la Unasur y la Celac, o en lo económico con el BNDES, en un futuro Brasil se propone disputarle a Estados Unidos hasta el estratégico mercado militar regional.

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