viernes, 24 de diciembre de 2010

Dilma, una sobreviviente en la Presidencia de Brasil

PATRIA GRANDE

por: Chevige González Marcó

DilmaRousseff se convirtió en este 2010 en la décima mujer que logra la presidencia de república en la historia de América Latina, la primera en Brasil.

Si algo reveló el proceso electoral de este año en Brasil es que Dilma ha sido una sobreviviente. Rousseff sufrió detenciones y torturas durante la época de la dictadura, a ello se sobrepuso y no detuvo su carrera política. En la campaña electoral fue víctima de una terrible guerra sucia, a la que también sobrevivió y con una contundente victoria.


Rousseff logró la jefatura de estado tras obtener casi un 55 por ciento de los votos, en la segunda vuelta electoral ante el reaccionario José Serra. Los medios y la derecha acudieron a todo tipo de pretexto para tratar de destruir la imagen de la abanderada del Partido de los Trabajadores. No le funcionó ni que la trataran de vincular con las FARC, ni que la colocaran como una subversiva guerrillera, condición que ella nunca negó, porque estuvo en rebelión contra una horrenda dictadura.

En su desesperación la derecha acudió a temas cercanos a la religión y a los más arraigados prejuicios, como el aborto. El PT denunció la difusión de miles de volantes por parte de la jerarquía de la Iglesia Católica para vincular a Rousseff con propuestas abortistas. El colmo fue cuando empezaron a tildar a Dilma de lesbiana para intentar arrancarle votos… con todo eso fallaron.

Los sondeos indicaban que Dilma hubiese podido ganar en primera en primera vuelta, sin embargo los medios inflaron las posibilidades de Marina Silva, una disidente del PT, que se postulaba por el Partido Verde. Silva logró casi un 20% de los votos y captó votantes que estaban tradicionalmente del lado del campo progresista. De esta forma evitaron que Rousseff ganara en el primer turno, tal como estimaban numerosos analistas políticos. El verdadero carácter de Marina Silva se desnudó cuando el Partido Verde se abstuvo de tomar opinión colectiva para la segunda vuelta.

Dilma deberá enfrentar compromisos y prejuicios. Los medios la encasillaron como la “sucesora de Lula”, por tanto deberá demostrarle que puede ser mucho más que la sucesora del gobernante más popular en la historia contemporánea de Brasil. Deberá romper con el paradigma machista que la colocará inmisericordemente con una marioneta manejada por Da Silva. Ya ella demostró en la campaña que puede con esos prejuicios y mucho más.

Sin embargo, será mucho más difícil que demuestre a los sectores más progresistas y más a la izquierda, que tiene la disposición de profundizar algunos de los cambios emprendidos por Lula. Gran parte del electorado de izquierda votó a Dilma para cerrarle el pasado a la más rancia derecha representada por José Serra, no obstante los líderes de estas tendencias anunciaron que presionaran por más cambios, lucha contra la desigualdad y reforma agraria verdadera.

En la coalición que postuló a Dilma conviven gran parte de las contradicciones que signaron la base política de Lula Da Silva. Factores de derecha también hacen vida en esa plataforma, junto a la compleja lucha de corrientes dentro del Partido de los Trabajadores y la presencia de sectores más decididamente revolucionarios como el Partido Comunista do Brasil.

Contradicciones externas e internas deberá conjugar Dilma en su ruta de navegación. En la política exterior Washington seguirá presionando para que Brasilia recupere el papel de policía local y colabore en los intentos de aislar a Venezuela, Ecuador y Bolivia en la región. En la matriz de opinión de las grandes agencias ha madurado la clasificación que define a los gobiernos de Brasil, Uruguay y anteriormente a Chile como la “izquierda moderna y responsable” que se contrapone al “atraso y el autoritarismo” de Chávez, Evo y Correa.

Hasta ahora, Lula demostró independencia frente a las órdenes de la Casa Blanca y apostó a fortalecer la integración sudamericana y latinoamericana. Pero, la burguesía brasileña también impone condiciones y Brasil trata de desmarcarse de proyectos en los cuales ellos perciban posibilidades de perder el control frente al resto.

Dilma hereda el reto y las circunstancias. Hasta ahora demuestra temple, los pueblos esperan la profundización del compromiso.

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