Brasil vive otra tensa jornada de protestas en casi todas las grandes ciudades del país, pese a que once urbes han decidido rebajar los precios del transporte(una de las causas originales de las movilizaciones) y a los mensajes de comprensión de la presidenta Dilma Rousseff. En su primera alusión a las protestas, la jefe del Estado dijo que "la voz de la calle tiene que ser escuchada" y asegura que escucha atenta las reivindicaciones de movilizaciones que "superan los mecanismos tradicionales de las instituciones, partidos políticos o sindicatos".
Fue la primera referencia de la presidenta a las multitudinarias manifestaciones que sorprendieron a Brasil en los últimos días y que tan sólo el lunes congregaron a cerca de 250.000 personas en una veintena de ciudades, en manifestaciones consideradas como las más numerosas registradas en el país en más de dos décadas. "Las manifestaciones comprueban la grandeza de nuestra democracia y el civismo de nuestra población" y suponen "un mensaje directo a los gobernantes en todas las instancias", aseguró Rousseff. La imagen de su Gobierno cayó ocho puntos porcentuales a principios de junio, antes de las protestas, y se situó en el 55%, mientras que la aprobación personal de la mandataria se redujo del 79 al 71%, según un sondeo difundido este miércoles.
Pero, pese a los mensajes de la presidenta, las protestas continúan. La policía brasileña contuvo este miércoles a un numeroso grupo de manifestantes que protestaba contra el gasto público en la Copa Confederaciones, cerca del estadio de Fortaleza, horas antes del partido entre Brasil y México, para el que la estrella Neymar aseguró que jugaría "inspirado" en las protestas. Al menos ocho agentes resultaron heridos por piedras lanzadas por los manifestantes, cuyo número han calculado entre 10.000 y 15.000.
Las protestas contra el elevado gasto público en la organización de la Copa Confederaciones se han fundido en Brasil con las masivas manifestaciones contra el alza de las tarifas del transporte, que este lunes llegaron a movilizar a 250.000 personas por todo el país. Según informó este miércoles el Ministerio de Deportes, el Gobierno brasileño ha revisado al alza su cálculo sobre el coste de las obras necesarias para el Mundial de 2014, del cual la Copa Confederaciones es una suerte de gran ensayo general, y lo ha situado ahora en 28.000 millones de reales (9.700 millones de euros).
Hasta febrero pasado, las autoridades calculaban el gasto público en las obras de infraestructura para el torneo organizado por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) en 26.500 millones de reales (9.179 millones de euros).
Esas obras, que se llevan a cabo en las doce ciudades que serán sedes del Mundial de Fútbol, abarcan desde la construcción de los estadios hasta proyectos viales y otros para mejorar la calidad del transporte público. Las protestas han sorprendido a la FIFA, pero el coordinador de Responsabilidad Social de la entidad, Federico Addiechi, dijo este martes que las manifestaciones que ocurren en Brasil en plena Copa Confederaciones merecen "aplausos" y demuestran el "vigor de la democracia" que impera en el país. "El derecho a manifestarse es una gran cosa y podemos ver cómo eso está pasando en un país democrático como es Brasil", declaró.
Decenas de miles protestan contra todo
¿Cuáles son los motivos que impulsan unas protestas como nunca había vivido el país desde 1992? El detonador fue, sin duda, el aumento en el precio del transporte público. El costo de un viaje en autobús o metro puede alcanzar, dependiendo de la ciudad, hasta 1,60 dólares. El programado incremento de semejante tarifa fue la gota que rebasó el vaso. Pero hay otras motivaciones. Desde ahora y hasta 2016 Brasil será sede de importantes eventos deportivos: la Copa de las Confederaciones, el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos. El Gobierno de Rousseff ha desembolsado inmensas sumas en el acondicionamiento de estadios que, en muchos casos, costaron a las arcas públicas mucho más de lo programado porque los sobreprecios y la corrupción terminaron por elevar los presupuestos. Los gastos para la organización de la Copa del Mundo ya han superado los 13.000 millones de dólares y aún falta mucho por hacer.
El aumento general del costo de vida es también un componente clave en las protestas. Si bien la inflación en Brasil se mantuvo relativamente baja en los últimos años (entre el 5 y el 7%), el aumento de los productos de la canasta básica fue marcadamente superior. En los últimos 12 meses el incremento fue del 22%, el mayor en la última década. Si tenemos en cuenta que durante el mismo período el salario mínimo creció solo un 9%, podremos entender un poco mejor las motivaciones de los manifestantes.
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